lunes, 12 de octubre de 2009
Palermo Hollywood: una vida de película
Cuando un grupo de pibes brasileños lo vio jugar al fútbol en la playa no pudo creer que ese hombre se ganara la vida como jugador de primera división ¡Qué poco dotado!
Hay gente con suerte, hay gente tocada, sin duda Martín Palermo es uno de ellos. El gol número 100 de su carrera se lo convirtió a River, eterno rival del club en el que él se desempeñaba (Boca), y encima definiendo un partido de suma importancia entre ambos, sin olvidar la frase del técnico millonario Américo Rubén Gallego: "Si ellos lo ponen a Palermo, yo lo pongo al Enzo(por Francescoli, hacía varios años ya retirado)". Palermo, claro, volvía de una lesión y apenas podía caminar sin muletas...supuestamente.
Su gol 200 lo hizo de chilena. En su anterior chance en la selección, marcó un récord errando 3 penales en el mismo partido, ante Colombia. En los últimos 15 días reapareció en el seleccionado local marcando los 2 goles de la victoria ante Ghana, y señaló un nuevo récord convirtiendo el gol de cabeza más lejano en la historia del fútbol mundial: 38,9 metros. Pero el destino tenía aún una cita más con el Titán...
Como casi cualquier argentino sabe, el proceso Maradona en la selección Argentina venía de mal en peor: malos rendimientos, jugadores que siendo figura en sus clubes apenas centelleaban con la albiceleste, malos resultados que ponían a nuestro equipo en la 5ta posición, de repechaje, un punto abajo del 4to (Ecuador). El anteúltimo partido se avecinaba. Jugar de local ante Perú, el más débil de la eliminatoria y que había perdido sus 8 partidos de visitante con 2 goles a favor y 24 en contra, parecía accesible. Pero para este equipo nada lo es.
Los 11 de Diego eran: Romero; Gutiérrez, Schiavi, Heinze, E. Insúa; Pérez, Mascherano, Di María, Aimar; Messi, Higuaín.
El Monumental desbordaba de gente, desbordaba de esperanzas, pero también desbordaba de dudas, de inseguridad. Los peruanos, como se esperaba, salieron a defenderse. El primer tiempo fue dominado por los locales, que, sin embargo, generaron poco peligro. Insúa pasó poco al ataque, Enzo Pérez y Gutiérrez no generaron la sociedad que se esperaba. Di María cambió el ritmo cada vez que tocó la pelota y ganó por la izquierda. Aimar ilusionó con algunas combinaciones con Messi que terminaron en poco y nada, Higuaín se perdió dos chances bien claritas.
El segundo tiempo trajo el cambio que todos esperaban y que coreaba la hinchada: Martín Palermo a la cancha, Pérez afuera, y 4-3-3, buscando más peso en el área rival. Vargas asustó en lo que fue la primera aproximación de los visitantes con un zurdazo lejando a la salida de un córner, providencialmente desviado por Romero. Un minuto después, como para traer tranquilidad y romper la barrera que aparentaba definir el partido, el "Pipita" Higuaín picó al vació, y remató de primera luego del exquisito pase de Aimar para marcar el 1-0. A partir de allí Argentina empezó a regalar la pelota, el terreno, y el dominio del partido. Acompañando la mejoría de los de la banda roja, una tormenta de viento y agua atacó el partido que se convirtió en una batalla épica al mejor estilo Peter Jackson. "Pocho" Insúa adentro por Aimar, para tratar de recuperar la pelota, y Demichelis por Higuaín, para agregar marca en el costado derecho de la defensa y mandar a Gutiérrez al mediocampo, su ámbito natural. Nada. Messi desapareció, Di María e Insúa no mantenían la pelota. Mascherano seguía luchando solo, y la selección visitante, con más actitud que juego, logró convertir el 1-1 luego de un rechazo fallido del antedicho volante. Pasados los 44 minutos el terror de lo inesperado se dibujó en la cara de todo argentino que estuviera viendo el partido. Todo parecía perdido. Un solo punto era muy poco y quedábamos al borde de ser eliminados. Pero hubo un hombre que no perdió la fe. Un hombre que, como bien lo dijo Carlos Bianchi, no perdió el optimismo. El optimista del gol. Con la lluvia dominando la escena nadie podía imaginar una jugada bien hilvanada. Luego de un córner y un par de centros, Federico Insúa tomó la pelota dentro del área y sacó un buscapié cruzado que, por obra de la suerte, el destino, Dios, o vaya uno a saber qué, terminó en el botín izquierdo de ese al que todos esperábamos. Así, escondido entre agua y jugadores peruanos, Martín Palermo le devolvió el alma al cuerpo de millones de Argentinos que se quedaron sin vos coreando su gol y su nombre. Ya no es más el ídolo de Boca. Es el ídolo del país. Imposible creerlo. Imposible no quererlo. El "loco" lo hizo de nuevo. La gloria tocó su puerta una vez más, y, según él, le falta cerrar esta película en Sudáfrica 2010. Ojalá que pueda hacerlo.
Por ahora queda un partido más, los de Maradona, que ahora están 4tos, 1 punto arriba del 5to y 2 puntos arriba del 6to, deberán viajar a Montevideo para enfrentar a Uruguay, justamente el que está un puesto abajo y busca asegurar la clasificación, sabiendo que el otro con chances reales es Ecuador, que juega como visitante ante el ya clasificado Chile.
Falta clasificar al mundial, pero a Palermo no le falta nada para ser el más grande goleador argentino de la década.
Darío Kullock
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Muy buena la vuelta del blog, se nota que pusiste ganas.
ResponderEliminarUn abrazo y éxitos